Racismo
El
racismo es una forma de discriminación de las personas recurriendo a motivos
raciales, tono de piel u otras características físicas de las personas, de tal
modo que unas se consideran superiores a otras. El racismo tiene como fin la
anulación o disminución de los derechos de las personas discriminadas.
El primer artículo
de la convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación racial (1965) define al racismo como: Toda distinción,
exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u
origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar
el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos
humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social,
cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública.4
Para combatir el racismo, la Organización de Naciones Unidas adoptó en 1965 la Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial y estableció el día 21 de marzo como Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.
En muchos países hoy en día está penalizado el racismo desde penas menores hasta mayores, considerando esta discriminación como delito lo mismo que sucede por orientación sexual, cultural u otra característica. Algunos la penalizan con sanciones como puede ser el cobro de multas con dinero.
Es
gracias al avance de las diferentes ciencias y al retroceso progresivo del
oscurantismo social, moral y religioso, que desde el último cuarto del Siglo
XX, existe un estigma social asociado con los que se describen a sí mismos como
racistas. Las causas son varias, incluido el progreso social y tecnológico,
pero principalmente la atención generada por los crímenes cometidos por
británicos y españoles contra los habitantes de las Antillas y las Américas, el
comercio de las naciones europeas con esclavos africanos, norteamericanos
contra las naciones amerindias del continente, los turcos con el exterminio de
los armenios, o con Alemania nazi contra judíos, gitanos y otros, y el horror causado
por el Japón imperial en Corea, China y otros lugares, y los avances en las
conquistas sociopolíticas de los afroamericanos en EE.UU.
Así
que la identificación de un grupo o persona como racista tiene una carga de
valor sumamente negativa. El último país en declararse oficialmente racista ha
sido Sudáfrica que en 1990 modificó su sistema de apartheid por presiones
internas y externas.
Ku
Klux Klan es la denominación que reciben varias agrupaciones de extrema derecha
ubicadas en Norte América, que fueron fundadas el siglo pasado, apenas había
finalizado la Guerra de Secesión. Esta funesta secta apoya todas las formas
existentes de racismo, tales como la xenofobia, el antisemitismo y la
homofobia, aunque se la conoce especialmente por su odio hacia la raza negra.
Entre sus prácticas para comunicar sus ideas se encuentran los ataques
terroristas, los asaltos a mano armada y los actos simbólicos, tales como el
incendio de cruces.
Desde
el comienzo de su historia, en la segunda mitad del año 1865, el Ku Klux Klan
basó su operación el la violencia, y cabe mencionar que no se mantuvo activo
por mucho tiempo; media década más tarde, un movimiento en su contra lo llevó a
su primera disolución, la cual quedó plasmada en un Acta de derechos civiles
homónima. Sin embargo, en el año 1915 se dio comienzo a la segunda generación
de esta agrupación, que contaba con una organización más sofisticada,
incluyendo membresías formales y una expansión a nivel nacional que rozaba los
cinco millones de participantes.
Y
los resultados son sorprendentes, dos de cada 100 personas no quisieran a
alguien de color distinto viviendo a su lado. En algunas ciudades estos valores
son mucho más altos, como Ocaña o Providencia donde aumenta a 10 de cada 100
(en esta última paradójicamente el color distinto preponderante es el blanco y
no el negro); en otros lugares como Tunja, Buenaventura o Villavicencio este
porcentaje es cercano al 5 % y en Bogotá, Medellín y Barranquilla este índice
ha estado cercano al 3 %. Parecería entonces que el racismo no está sectorizado
o regionalizado, sino que es más homogéneo a nivel nacional de lo que se cree.
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