Corrupción, Drogadicción Y Narcotráfico: Un Círculo Vicioso
Corrupción, Drogadicción Y Narcotráfico: Un
Círculo Vicioso
"No
puede haber democracia sin lucha contra la corrupción, porque la corrupción no
es solamente un delito, es un sistema de poder alternativo al sistema
democrático de poder” Leoluca Orlando
Para empezar, Transparencia Internacional
ha definido a la corrupción como "el
abuso de posiciones de poder o de confianza, para el beneficio particular en
detrimento del interés colectivo, realizado a través de ofrecer o solicitar,
entregar o recibir bienes o dinero en especie, en servicios o beneficios, a
cambio de acciones, decisiones u omisiones" que si bien es un tema que
ha querido ser erradicado a nivel internacional por organismos como la OCDE, la
OEA o las Naciones Unidas hay intereses políticos que no permiten que los
países desarrollen herramientas lo suficientemente fuertes para combatir la
corrupción, como lo es habitual en Colombia, un país en el que la corrupción ha
permeado en todos los sectores del Estado.
¨
Un problema de vital importancia en
Colombia es que la sociedad ha llegado a un alto grado de tolerancia social que
permite prácticas corruptas favoreciendo que las personas se familiaricen con ellas
y en ocasiones también traten de hacer parte ya que ven que las ganancias son
altas y acostumbrados a salarios tan bajos recurren a este tipo de prácticas ya
sea por falta de integridad, por necesidad o porque ven que es fácil hacerlo,
caso recurrente en personas que ven al narcotráfico como una forma rápida de
ganar dinero sin pensar en el riesgo que tiene esto a nivel legal y social ya
que además siguen promoviendo en las personas, entre ellos muchos menores de
edad, el consumo de estupefacientes y sustancias psicotrópicas que les permiten
evadir la realidad de una sociedad injusta, con pocas oportunidades y que día a
día les muestra que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más
pobres.
En particular, es importante seguir recalcando
la relación que la corrupción ha tenido con la drogadicción ya que su conexidad
con el narcotráfico es una causa añadida al fenómeno que más protagonismo tiene
en la actualidad por su impacto en la sociedad demostrando que de manera
indirecta debilita la democracia e impide que sean cumplidos a cabalidad los
principios y objetivos del Estado Social de Derecho garantizados desde la
Constitución Política de 1991 puesto que en la medida en que se fomenta la
corrupción los recursos que deberían destinarse para la garantización de los
derechos fundamentales de los ciudadanos es desviada a manos de unas pocas
personas que en la mayoría de las ocasiones son servidores públicos y a causa
de esto se aumentan en el país los costos de administración de bienes y servicios
públicos y privados; se debilita el respeto por la las autoridades; se
incrementa la falta de confianza en las instituciones y todo esto contribuye a deslegitimar
al Estado.
En ese sentido es relevante señalar también
la vinculación que existe entre la corrupción y las organizaciones criminales o
mafiosas que cometen actividades delictivas como método de financiación y que
varios sectores, entre ellos políticos, han resultado comprometidos en todas
estas prácticas evidenciándose que efectivamente hay una conexidad entre la corrupción,
la violencia, el narcotráfico y la drogadicción.
Por estas razones, la definición
convencional de corrupción ha tenido que ser transformada considerando que ya
no es vista solo en delitos como sobornos, cohecho, adjudicación indebida de
contratos, clientelismo o el desvío de recursos públicos sino que se debe
ampliar su concepto abordándola como una “práctica
funcional en la organización económica, política y social existente que se
manifiesta bajo una lógica de interacción de agentes para la satisfacción de
intereses de grupos poderosos legales e ilegales al margen del mercado y en
veces de la institucionalidad, en detrimento de intereses y propósitos de la
colectividad (Ungar, 2010)
Teniendo en cuenta lo anterior, se
comprende que la corrupción se alimenta de ciertas condiciones que han disparado
los frecuentes casos de corrupción a nivel global y entre ellos está la
debilidad de las leyes en cuanto a su aplicación, control y supervisión,
añadiendo a esto el hecho de que existen vacíos legislativos que permiten a los
corruptos defraudar el erario público poniendo en riesgo los recursos que el
Estado utiliza para satisfacer las necesidades de los habitantes.
Todo
esto ha llevado al mundo a convertirse en una sociedad corrupta, con falta de
integridad y que de manera repetitiva promueve la impunidad y además como se
nombra en Tipologías de Corrupción:
“favorece el lavado de activos, perpetúa los niveles de pobreza, aumenta el costo de los servicios públicos y disminuye su calidad, socava el estado social de derecho, debilita la igualdad de acceso a la justicia, desestimula la participación ciudadana, socava el goce efectivo de los Derechos Humanos, debilita los valores fundamentales en la sociedad y propicia escenarios de conflicto y guerra” –Petro (2015, p. 16)
Como estas también hay muchas más
consecuencias económicas y sociales que pueden seguir siendo nombradas y llevan
a que los colombianos y ciudadanos a nivel global que habitan en países donde
también existen altos índices de corrupción tengan cada día menos oportunidades
de desarrollo y siga creciendo la brecha de desigualdad debilitando de esta
manera la democracia, estimulando las malas prácticas en la política y
deslegitimando la imagen de las instituciones del país, fomentando en los
ciudadanos la idea de que el Estado es ineficaz y débil frente a los corruptos.
Y es que no es una novedad el hecho de que
la política y la corrupción están íntimamente ligados, por eso la sociedad
colombiana después de tantos años de violencia y corrupción ya no creen en los
políticos, por esto la abstención al momento del sufragio, la falta de
participación, los pocos movimientos sociales. Ya que las personas que son
“democráticamente” elegidas y que se supone que deben cumplir con la recta
administración de los recursos de la nación, solo buscan su beneficio sin
importar que se vean vulnerados los derechos de los niños, de los ancianos y
del resto de ciudadanos que aspiran acceder a un sistema de educación, de salud
o un trabajo digno y no lo puedan hacer de manera efectiva.
Por el momento, la magnitud de este
fenómeno es en su mayoría económica, ya que según estudios publicados en El
Heraldo “esta práctica ilegal le ha
costado a Colombia en las dos últimas décadas unos 189 billones de pesos” (HERALDO, 2015) lo que representa el
4% del PIB nacional que bien puede ser invertido en mejorar la infraestructura
del país, hacer mejores vías, hacer más viviendas de interés social, más
colegios, universidades, pagar mejores profesionales, etc.
Pero además de esto, el impacto que tiene
en el fortalecimiento de la democracia es muy grave, siendo un sistema que
alternativo a la democracia busca utilizar el poder y la riqueza como forma de
mantener al Estado, debilitando todas las instituciones, vulnerando los
derechos fundamentales y llevando al país con sus habitantes a condiciones de
vida indignas, injustas, inequitativas y que solo se podrán mejorar
contribuyendo a la corrupción.
Hemos
visto entonces que la corrupción está relacionado con causas de orden ético, social,
político y administrativo y al tiempo las personas que están involucradas en
casos de corrupción acuden al narcotráfico e involucra a todas las ramas del poder público y a los distintos niveles de gobierno, así
como al sector privado y organizaciones no gubernamentales en el esfuerzo común
de combatir la corrupción. Una política
pública de lucha contra la corrupción debe contemplar medidas de prevención,
investigación y sanción, y propender por la integración y coordinación de todos
los entes responsables de su aplicación.
Y ajustarse al pleno cumplimiento de las convenciones internacionales de
lucha contra la corrupción
Es
necesario que los derechos fundamentales dejen de privatizarse, hoy en día
Colombia deja que los recursos de la Nación sean manejados por particulares y
como es natural, esto solo genera oportunidades para los corruptos y esto solo
se puede mejorar a través de una nueva y más fortalecida institucionalidad, que
busque la verdadera garantización de los derechos, a través de entidades públicas
que se encarguen de hacer llegar a todos los colombianos el acceso a una
educación gratuita y de calidad así como un régimen de salud que sea único,
universal y para todos.
Es
urgente, además que los empleados reciban una remuneración digna y adecuada por
su trabajo, que los jueces tengan el criterio para castigar a los culpables de
las deficiencias en la administración de los recursos ya que los afectados son
en su mayoría los ciudadanos de a pie y que el Gobierno desde su equilibrio de
poderes y su “recta” administración de justicia propongan medidas que
erradiquen todas las prácticas relacionadas con la corrupción, el lavado de
activos, el peculado, el prevaricato, el cohecho, los conflictos de intereses y
demás prácticas que a medida que pasan los días siguen quitándole la
posibilidad a los colombianos de vivir dignamente
Colombia
tiene un buen desarrollo normativo en materia de lucha contra la corrupción.
Sin embargo, la gran deuda es el cumplimiento formal y sustantivo de la
norma, sumado a una gestión responsable de la contratación estatal, con el fortalecimiento
de la institucionalidad local y departamental.
Pero
más allá de las normas, una efectiva Política Integral de Lucha contra la
Corrupción no es concebible si no contempla un fuerte componente de educación y
de participación ciudadana. Y sobre todo, si no entendemos que todos
somos, por acción o por omisión,
corresponsables de la corrupción: el sector público, el sector privado,
los medios de comunicación y la ciudadanía.
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